Las lámparas del vehículo desempeñan un papel vital en la seguridad vial al proporcionar una iluminación adecuada en diferentes condiciones de conducción. Estas lámparas, que incluyen faros delanteros, luces traseras, luces de freno, intermitentes y luces de marcha atrás, permiten una mejor visibilidad tanto para el conductor como para otros usuarios de la vía. La importancia de las lámparas radica en su capacidad para iluminar el camino, señalizar las intenciones y advertir a otros conductores sobre la presencia y las acciones del vehículo.
Las lámparas fundidas deben reemplazarse de inmediato para evitar situaciones peligrosas en la carretera y cumplir con las normativas de tráfico.
La frecuencia de cambio de las lámparas puede variar dependiendo del tipo de lámpara y su uso. Sin embargo, como regla general, se recomienda realizar inspecciones periódicas y reemplazar las lámparas de forma preventiva cada 1-2 años o según las recomendaciones del fabricante.
El mantenimiento de las lámparas implica limpiar regularmente las superficies de las lentes para garantizar una óptima transmisión de la luz. También se recomienda verificar los ajustes y alineaciones de los faros delanteros para asegurar que estén correctamente orientados y no deslumbren a otros conductores